Cuando hablamos de obras maestras, está presente el gran trabajo que Claude Monet — el artista francés representante del Impresionismo— inmortalizó, a través de una serie de pinturas (aproximadamente 250) llamada: “Les Nymphéas”.

Estas pinturas forman parte de su vida y cómo esta fue cambiando a través de los años. En este sentido, todo comenzó cuando se trasladó junto a su esposa e hijos a Giverny y aquí compró una propiedad.

Él mismo decoró sus jardines y el lago donde plantó nenúfares, plantas exóticas; y también colocó un puente japonés, evidenciando la influencia de otro gran pintor: William Turner. Es aquí donde Monet encontró la inspiración para su siguiente serie la cual se convirtió en una obsesión hasta la fecha de su muerte.

La obra de su vida

En 1900, comenzó la primera serie de “Les Nymphéas”. Captó el jardín, los árboles, el lago, el puente; y por su puesto, los nenúfares. Monet los plasmó en sus lienzos en tonos y colores diferentes, de acuerdo a las luces y sombras del día y la noche.

“Un instante, un aspecto de la naturaleza lo contiene todo.”

– Claudet Monet.

Ocho años después, exhibió la siguiente serie. Monet las pintó de tal manera que hacía sentir al espectador la magia de la naturaleza y la biodiversidad que la hace evolucionar.

Años después, falleció su esposa y él comenzó otra serie de pinturas, mucho más grandes, en donde poco a poco los temas principales llegaron a ser los nenúfares, el reflejo de los árboles y el cielo en el lago.

Monet recibió muchas críticas y también reconocimientos, ya que él no seguía los estilos de aquella época. “El tema no es importante para mí; lo que quiero reproducir es lo que existe entre el tema y yo», dijo. Casi al finalizar su carrera, dejó de lado el tema y de esta manera dio paso al arte abstracto.

Los últimos años de Monet

En 1917, su amigo y también primer ministro de Francia le ofreció exhibir sus pinturas de forma permanente. Así es como, desde ese entonces, hasta el año de su muerte, logró terminar de pintar la última serie de “Les Nymphéas”.

El famoso pintor empezó a perder la visión a causa de cataratas por lo que empezó a frustrarse y esto se fue evidenciando en los colores de sus pinturas, predominando los rojos, amarillos y tonalidades tierra. En 1923, el artista se sometió a 3 operaciones de cataratas para poder mejorar su visión.

Tres años después, en 1926, las pinturas estaban listas para entregarse. Sin embargo, Monet falleció el 5 de diciembre de aquel año; y tan solo unos meses después, sus obras de arte fueron exhibidas en el Museo de la Orangerie en París.

Fue así que la obra maestra de este pintor quedó inmortalizada y logró inspirar a más de un artista. Pero, sobre todo, cabe recalcar el gran aporte que Monet nos dejó, al transmitir tanto de la naturaleza con su paleta de colores cambiante y sus magníficos oleos.

Dato: la obra aún se encuentra en dicho museo, lista para envolvernos en más de cien metros lineales de nenúfares y reflejos en el lago de los jardines de Claudet Monet.

Escrito por Katherine R. Abad

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